miércoles, 17 de diciembre de 2008

Etapas e interpretacion de los sueños

El vocablo sueño (del latín somnum, raíz original que se conserva en los cultismos somnífero, somnoliento y sonámbulo) designa tanto el acto de dormir como el deseo de hacerlo (tener sueño). Para el acto de soñar existe la palabra específica ensueño, aunque suele utilizarse también la genérica (tener un sueño = soñar). El adjetivo correspondiente a ensueño-sueño es onírico (del griego ónar, "ensueño" ). Por analogía con el ensueño (que cumple a menudo fantasías del durmiente), se llama también sueño a cualquier anhelo o ilusión que moviliza a una persona. Metafóricamente, se afirma que una parte del cuerpo se le ha dormido a uno, cuando se pierde o reduce pasajeramente la sensibilidad en la misma.

El sueño (en cuanto acto de dormir) es un estado de reposo uniforme de un organismo. En contraposición con el estado de vigilia (cuando el ser está despierto), el sueño se caracteriza por los bajos niveles de actividad fisiológica (presión sanguínea, respiración, latidos del corazón) y por una respuesta menor ante estímulos externos.

Descubrimiento fundamental sobre el sueño


El psicólogo norteamericano William Charles Dement, nacido en 1928, estudiando a ciertos durmientes, reparó en que durante una etapa de su sueño tenían lugar movimientos rápidos del ojo (en inglés, REM, rapid eye movement), acompañados por un aumento de la respiración, la pulsación y la presión sanguínea, que alcanzaban los niveles propios de la vigilia. Este fenómeno ocupa una cuarta parte del tiempo que una persona pasa dormida.

El descubrimiento de Dement reveló que aquellas personas a las que se despertaba durante el sueño REM manifestaban claros indicios de trastorno psíquico y recordaban haber soñado. En función de estos hechos, comenzaron a surgir teorías que suponen el inicio de un estudio científico de los sueños y su función biológica y psicológica.

Etapas del sueño


Los estados y las fases del sueño humano se definen según los patrones característicos que se observan mediante el electroencefalograma (EEG), el electrooculograma (EOG, una medición de los movimientos oculares) y el electromiograma de superficie (EMG). El registro de estos parámetros electrofisiológicos para definir los estados de sueño y de vigilia se denomina polisomnografía. Estos perfiles entregan dos estados del sueño:

Sueño sin movimientos oculares rápidos (NMOR). Se divide en 4 estados:
La fase 1 del NMOR es la transición desde la vigilia al sueño; se la reconoce por la desaparición del patrón regular α (alfa) e instauración de un patrón de amplitud baja y de frecuencia mixta, predominantemente en el intervalo theta (2 a 7 Hz), con movimientos oculares lentos "en balancín".
La fase 2 del NMOR se define por la aparición de complejos K y de husos de sueño superpuestos a una actividad de base similar a la del estado 1. Los complejos K son descargas lentas, negativas (hacia arriba) y de amplitud elevada que se continúan inmediatamente después por una deflexión positiva (hacia abajo). Los husos de sueño son descargas de alta frecuencia de corta duración que presentan una amplitud característica con subidas y bajadas. No hay actividad ocular y el EMG da un resultado similar al estado 1.
La fase 3 del NMOR se caracteriza por ser un sueño con más del 20% (pero menos del 50%) de actividad delta de amplitud elevada (> 75 microV)(0,5 a 2 Hz). Los husos del sueño pueden persistir, sigue sin haber actividad ocular, y la actividad del EMG permanece en un nivel reducido.
En la fase 4 del NMOR, el patrón electroencefalográfico lento y de alto voltaje de la fase 3 comprende al menos el 50% del registro. El conjunto formado por las fases 3 y 4 del NMOR se denomina sueño de ondas lentas, delta o profundo.
Sueño de movimientos oculares rápidos (MOR), conocido también como "sueño paradójico", desincronizado o D. El sueño MOR se caracteriza por un EEG de baja amplitud y de frecuencia mixta similar al de la fase 1 del NMOR. En este contexto, se producen brotes de actividad más lenta (3 a 5 Hz) con deflexiones negativas superficiales ("ondas en diente de sierra" ) que se superponen con frecuencia a este patrón. El EOG da muestras de MOR similares a las que se observan cuando la persona en cuestión permanece despierta y con los ojos abiertos. La actividad del EMG permanece ausente reflejando la atonía muscular completa de la parálisis motora descendente característica de este estado.

Interpretación de los sueños


Ilustración de John Tenniel de Alicia en el País de las Maravillas (1865)En muchas culturas se atribuye un valor profético al sueño, concebido como un mensaje cifrado de origen divino que es necesario desentrañar. Encontramos esta creencia, por ejemplo, en la Biblia (donde José interpreta los sueños de Faraón: Génesis 41:1-36). En Grecia la oniromancia fue una actividad habitual: conservamos un manual de interpretación de sueños, el de Artemidoro, del siglo II d. C. Sin embargo, uno de los filósofos de la Grecia antigua, Heráclito (h.540-h. 480 a.C), sostuvo hacia 480 a.C. que los sueños no tienen significado alguno fuera de los pensamientos de la persona que los evoca.[1] En este sentido, Heráclito se anticipó por muchos años al pensamiento científico que intenta explicar en qué consiste el proceso del sueño en los organismos humanos y animales.

A principios del siglo XX, Sigmund Freud retoma la cuestión desde una perspectiva racionalista con su Interpretación de los sueños (1900). Esta obra se convirtió en uno de los libros más influyentes del siglo XX. Al principio tropezó con una enconada resistencia, pues el psicoanálisis representaba un enorme reto para la tradición occidental. Los trabajos de Freud llamaban la atención sobre las zonas marginales del ser humano: la irracionalidad y el sexo. Freud muestra que el inconsciente (y no la conciencia) es la parte de nuestra psique que ordena todo nuestro pensar y sentir. Según sus palabras: "El yo no es el señor de su propia casa". El análisis de los sueños es para él la via regia de acceso al inconsciente. Los psicoanalistas posteriores, ortodoxos o no, persisten en este posicionamiento.

Para el psicoanálisis es importante distinguir en los sueños el contenido manifiesto y el contenido latente.

El contenido manifiesto de los sueños es la historia o sucesos tal como el soñante los vive, es un material elaborado a partir de las experiencias cotidianas y los deseos reprimidos mediante los distintos procesos de elaboración onírica. El contenido manifiesto no se encuentra en el nivel del significado sino del símbolo.

El contenido latente es el significado verdadero del sueño, el psicoanalista se esfuerza por interpretar el contenido manifiesto del sueño que el paciente le relata, para revelar el contenido latente, su significado.

Carl Gustav Jung, discípulo heterodoxo de Freud, sostenía que los sueños eran un órgano de información y de control.[2] Los símbolos oníricos son, según este autor, transmisores de mensajes instintivos a las partes racionales de la mente del ser humano, y resulta necesario interpretarlos para comprender el lenguaje de los instintos.[3] Jung no creía, como sí lo hacía Freud, que los sueños fueran un ropaje que oculta otra cosa. Los sueños eran para Jung información y comunicación de ideas expresadas dentro de los límites de un medio. Tras estudiar unos ochenta mil sueños, llegó a la conclusión de que éstos son relativos a la vida del observador. Este organiza sus imágenes oníricas en un centro llamado sí mismo, el cual tiene la función de ordenar y legislar toda la vida psíquica, ora consciente ora inconsciente, a través de numerosos sueños que tienen lugar en la vida de la persona. Jung interpretaba, pues, el sueño como único y relativo al soñador. Para comprenderlo, debía examinarse el cuadro onírico como meollo del estudio y el análisis

Desde una perspectiva distinta a la terapeútica, el surrealismo preconiza también la observación de los sueños. Las revistas del movimiento ponen de moda la anotación de las fantasías nocturnas. En su obra Los vasos comunicantes (1932), André Breton expone su visión del fenómeno y, al mismo tiempo que reconoce la aportación de Freud, polemiza con él por encontrarla insuficiente.

No hay comentarios: