Se trata de una especie de medusa llamada Turritopsis Nutricula, a la que de ahora en adelante voy a llamar Turrito por cuestiones prácticas. Turrito es un hidrozoo, o sea, un animalito marino de unos milímetros de largo y casi transparente, y es el único ser viviente que los científicos consideran que ha logrado engañar a la muerte.
Los Turritos, cuando alcanzan su madurez sexual, revierten completamente su estado hacia una nueva pubertad. Para evitar comentarios pseudo-sagaces, aclaro que no rejuvenecen en un sentido técnico, pero sus cuerpos cambian de la misma forma radical que lo haría el tuyo si mañana despertaras siendo un bebé. Vuelven a empezar casi desde cero. No sólo sus características sexuales cambian, si no que, por ejemplo, pasan de tener casi 100 tentáculos a tener sólo unos pares, para luego volver a comenzar todas las etapas de crecimiento (y decrecimiento, otra vez).
De una forma similar en que una serpiente pierde su piel sin dejar de ser ella misma, estos Turritos se renuevan completamente. En otras palabras: les crece un nuevo cuerpo desde el interior de sí mismos, pero son siempre el mismo individuo.
Lo logran transformando sus células en otro tipo de células a través de un proceso llamado transdiferenciación, que generalmente sólo se observa en animales que pueden regenerar órganos o extremidades. Los Turritos lo aplican invariablemente a todo su cuerpo cada vez que alcanzan determinado punto de sus ciclos. Los detalles de este proceso pueden leerse en inglés en Developmental Biology.
Dejando de lado las cuestiones técnicas de la naturaleza, lo asombroso es la "inventiva" de la misma, la enorme variedad, los intentos incansables de la vida por subsistir en contra de toda la entropía del Universo.
Turrito no es la única idea en la que está trabajando la naturaleza para alcanzar la inmortalidad (o lo más parecido a ella): en el reino vegetal, no sólo las semillas pueden permanecer en suspensión animada durante siglos para luego vivir como si nada, si no que también hay especies de álamos que comparten las raíces y el ADN, por lo que biológicamente cada árbol es sólo una extremidad de un organismo gigantesco (un bosque) que, hasta donde sabemos, puede vivir al menos 80 mil años. Por otro lado, también existen colonias clonales como estas pero de algas, con más de 100 mil años de edad...
Fuente
Los Turritos, cuando alcanzan su madurez sexual, revierten completamente su estado hacia una nueva pubertad. Para evitar comentarios pseudo-sagaces, aclaro que no rejuvenecen en un sentido técnico, pero sus cuerpos cambian de la misma forma radical que lo haría el tuyo si mañana despertaras siendo un bebé. Vuelven a empezar casi desde cero. No sólo sus características sexuales cambian, si no que, por ejemplo, pasan de tener casi 100 tentáculos a tener sólo unos pares, para luego volver a comenzar todas las etapas de crecimiento (y decrecimiento, otra vez).
De una forma similar en que una serpiente pierde su piel sin dejar de ser ella misma, estos Turritos se renuevan completamente. En otras palabras: les crece un nuevo cuerpo desde el interior de sí mismos, pero son siempre el mismo individuo.
Lo logran transformando sus células en otro tipo de células a través de un proceso llamado transdiferenciación, que generalmente sólo se observa en animales que pueden regenerar órganos o extremidades. Los Turritos lo aplican invariablemente a todo su cuerpo cada vez que alcanzan determinado punto de sus ciclos. Los detalles de este proceso pueden leerse en inglés en Developmental Biology.
Dejando de lado las cuestiones técnicas de la naturaleza, lo asombroso es la "inventiva" de la misma, la enorme variedad, los intentos incansables de la vida por subsistir en contra de toda la entropía del Universo.
Turrito no es la única idea en la que está trabajando la naturaleza para alcanzar la inmortalidad (o lo más parecido a ella): en el reino vegetal, no sólo las semillas pueden permanecer en suspensión animada durante siglos para luego vivir como si nada, si no que también hay especies de álamos que comparten las raíces y el ADN, por lo que biológicamente cada árbol es sólo una extremidad de un organismo gigantesco (un bosque) que, hasta donde sabemos, puede vivir al menos 80 mil años. Por otro lado, también existen colonias clonales como estas pero de algas, con más de 100 mil años de edad...
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