martes, 16 de diciembre de 2008

Sindrome de obesidad y sedentarismo

Obesidad
Según la OMS, más de 1.000 millones de personas adultas en todo el mundo tienen sobrepeso y, de ellas, al menos 300 millones son obesas. Este problema, al que ya se conoce como 'la epidemia del siglo XXI' podría acabar en los próximos años con la vida de millones de personas si no se toman las medidas oportunas. El exceso de peso está íntimamente asociado con enfermedades crónicas como dolencias cardiovasculares, hipertensión, diabetes o ciertos tipos de cáncer.

El sobrepeso es, por sí mismo, un elemento de riesgo cardiovascular. Pero además, es un claro desencadenante de otros factores de problemas coronarios como son la hipertensión, la hiperlipemia o la diabetes. Esta conjunción provoca, por tanto, un aumento considerable en las posibilidades de que nuestro corazón sufra.

Existen tres tipos diferentes de obesidad:

* HOMOGÉNEA: La grasa se acumula por igual en todas partes del cuerpo. No predomina en ninguna de ellas.
* GINOIDE: La grasa tiende a acumularse en la cadera y las extremidades inferiores (Forma de pera).
* ANDROIDE: El exceso de grasa se localiza, sobre todo, en la cara, el pecho y la zona del abdomen (Forma de manzana).

Una buena medida para saber si nos sobran kilos es calcular nuestro Índice de Masa Corporal (IMC), que se halla dividiendo nuestro peso en kilos por el cuadrado de nuestra altura en metros. Si la cifra resultante es inferior a 18,5 nuestro peso será demasiado bajo. Si se sitúa entre 18,5 y 24,9, estaremos en nuestro peso ideal. Si, por el contrario, la cifra supera los 25 ya estaríamos en sobrepeso; mientras que las cifras superiores a 30 ya indicarían la presencia de una obesidad.

Sin embargo, recientes investigaciones indican que el IMC no es una buena forma de predecir el riesgo coronario y que existen otros indicadores más fiables. La circunferencia de la cintura o la relación entre cintura y cadera parecen incidir directamente en el riesgo cardiovascular. Por tanto, aquellas personas que padecen una obesidad de tipo androide tienen más posibilidades de sufrir un problema coronario.

Sedentarismo

La actividad física que antaño era necesaria para desarrollar las labores en casa y en el trabajo ha disminuido mucho en los últimos años. Según algunos estudios, en los países más desarrollados entre el 60% y el 85% de los adultos no practica suficiente ejercicio para mantener sano su organismo.

Cuando una persona practica un ejercicio, los músculos y huesos de su cuerpo se adaptan con su sistema respiratorio y circulatorio para aumentar la capacidad física de su cuerpo. La actividad en todas las edades es beneficiosa tanto para la salud física como mental.

Hacer ejercicio habitualmente permite, entre otras cosas, reducir la presión sanguínea, y los niveles de colesterol y triglicéridos. Además, ayuda a controlar la ansiedad y los efectos del estrés.

También está demostrado que contribuye a controlar la diabetes y el exceso de peso y ayuda a mantener flexibles las arterias y los vasos sanguíneos. Por tanto, una persona sedentaria tiene más riesgo de desarrollar aterosclerosis, hipertensión y enfermedades respiratorias.

Sindrome Metabolico

Este síndrome describe la combinación de algunos de los factores de riesgo cardiovacular más importantes, como la hipertensión, la obesidad abdominal, la resistencia a la insulina o la hipercolesterolemia.

Padecer de forma simultánea varios de estos factores de riesgo hace que se incremente considerablemente el riesgo de desarrollar una enfermedad cardiovascular o diabetes tipo 2.

Parece que los principales factores definitorios de este síndrome son la obesidad abdominal y la resistencia a la insulina.

La resistencia a la insulina es un trastorno que se produce cuando el cuerpo no puede utilizar la insulina de forma eficiente. Mucha gente tiene una predisposición genética a padecer esta alteración. La combinación de esta predisposición con otros factores como la inactividad física o el exceso de grasa corporal puede favorecer en estas personas la aparición del síndrome metabólico.

La mayoría de las personas que presentan resitencia a la insulina tienen, también, obesidad abdominal.

La Asociación Americana del Corazón recomienda diagnosticar la existencia del síndrome si se presentan tres o más de estos componentes:

- Una circunferencia de cintura superior a 102 centímetros en hombres y 88 en mujeres

- Un nivel de triglicéridos igual o superior a 150 mg/dL

- Un nivel de HDL o 'colesterol bueno' inferior a 40 mg/dL en hombres y 50 mg/dL en mujeres

- Una tensión arterial igual o superior a 130/85 mmHg

- Un nivel de glucosa en ayunas igual o superior a 100 mg/dL

Pese a que la descripción de estos signos ha contribuido a la identificación de muchos pacientes con riesgo cardiovascular y ha ayudado a favorecer la medicina preventiva, la existencia del síndrome metabólico como concepto sigue siendo un tema que genera controversia.

Para algunos, hablar de este síndrome carece de sentido. Estos profesionales argumentan que no existen datos suficientes que demuestren que la combinación de los factores que definen el síndrome sea capaz de incrementar el riesgo cardiovascular en mayor medida que sus componentes por separado.

Además, algunos profesionales recuerdan que no existe un consenso en cuanto a los criterios a seguir en la valoración de algunos factores. Un artículo recientemente publicado en la revista 'Nature' recuerda que no se puede valorar la obesidad abdominal en función del perímetro de la cintrua, ya que este parámetro varía en los diferentes grupos étnicos. Por tanto, la definición de obesidad abdominal de alto riego debe ser adaptada a las diferentes poblaciones.

Según este trabajo, la valoración del síndrome metabólico no debería imponerse en las consultas de atención primaria ya que no reemplaza la necesidad de valorar los factores de riesgo tradicionales.

Otros profesionales, sin embargo, creen que el síndrome es un hecho y debe tratarse. Lo principal para luchar contra el son la dieta y el ejercicio, aunque actualmente también se está trabajando en el desarrollo de fármacos que controlen los factores de riesgo del síndrome de forma simultánea. Algunos compuestos como el Rimonabant están ya siendo utilizados de forma específica en Estados Unidos.

Un metaanálisis de 37 estudios sobre síndrome metabólico publicado recientemente en 'Jounal of the American College of Cardiology' subraya que deberían desarrollarse intervenciones preventivas que valoresn este síndrome como una entidad y no sólo como un conjunto de alteraciones.
Fuente

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