lunes, 1 de diciembre de 2008

Urto del cerebro de Albert Einstein

Cuando Albert Einstein murió el 16 de abril de 1955, el doctor Thomas Harvey fue encargado a ocuparse del cadáver que iba a ser incinerado.

Sacó algunos órganos del científico para su estudio y descifrar las causas de la muerte, entre ellos, su cerebro. Cegado por la curiosidad, se guardó este órgano para sí y lo conservó en líquidos especiales, entregándoles el resto del cuerpo a la familia sin que decirles nada de lo que había hecho.

Albert Einstein Harvey tenía la intención de robar el cerebro de Einstein para estudiarlo. Cuando se conoció el escándalo, la suerte de Harvey pendió de un hilo hasta que la familia del genio le permitió seguir con sus investigaciones.

Pasó un tiempo hasta que la comunidad científica le pidió a Harvey resultados de sus estudios, pero no tenía respuestas a sus preguntas simplemente porque éstos nunca se habían realizado. Sabiendo que nuevamente corría peligro, desapareció.

No se supo nada de él hasta que viajó en busca de la nieta de Einstein para devolverle el cerebro robado y así volver a su vida normal. Actualmente este órgano está bien cuidado en la Universidad de Princeton.

El viaje de Sugimoto
Paralelamente, al otro lado del Pacífico se gestaba una historia no menos peculiar en torno al cerebro. El científico japonés Kenji Sugimoto, obsesionado con la vida de Albert Einstein, emprendió a finales de los 90 una odisea personal en busca del cerebro del que tanto había oído hablar. La aventura, filmada por el director Kevin Hull para un documental de la BBC, llevó a Sugimoto a recorrer los Estados Unidos en busca de Harvey, hasta que le localizó en su casa de Kansas.

Como veréis con vuestros propios ojos, la escena en la que Harvey pesca un trozo de cerebro del interior de un bote de galletas y corta una loncha sobre la encimera de la cocina es uno de esos momentos dignos de ser recordados para el resto de nuestras vidas.

link: http://www.videos-star.com/watch.php?video=y3ZK5S2emug&e

Provisto de su preciado trofeo, Sugimoto regresó más tarde a Japón y celebró su éxito en club de karaoke local, donde cantó una canción acompañado del pequeño fragmento de cerebro de Albert Einstein

"Cada uno agarró lo que pudo"Cuarenta años después, y una vez analizados los distintos testimonios, parece que la noche en que Thomas Harvey diseccionó el cadáver de Albert Einstein terminó siendo una jornada bastante esperpéntica. Decenas de personas bajaron a contemplar el cuerpo del maestro y quisieron quedarse con un recuerdo. “Cada uno agarró lo que pudo” - explica el doctor Henry Abrams, oftalmólogo personal del científico. Él mismo extrajo los ojos de Einstein y los guardó durante más de 40 años en la caja de seguridad de un banco de Filadelfia.

Aún hoy, el doctor Abrams acude una o dos veces del año a la cámara de seguridad del banco y contempla los ojos del genio, con los que asegura experimentar “una profunda conexión”. “Cuando se miran esos ojos, - asegura Abrams– se ve en ellos la belleza y el misterio del mundo. Son claros como el cristal y dan sensación de profundidad”.
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